Por Luis Vielma Lobo,
Ejecutivo con más de 40 años de experiencia en la industria, director de varias empresas y presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios AMESPAC
Las lutitas han adquirido una importancia extraordinaria en la industria petrolera durante las últimas décadas. Su papel como yacimientos de hidrocarburos ha transformado radicalmente el panorama energético mundial. Además de su importancia en la extracción de hidrocarburos, tienen un papel fundamental en la comprensión de la estratigrafía de las regiones o cuencas, que facilita el entendimiento de su historia geológica.
Las lutitas se forman a partir de la compactación de sedimentos, generalmente en ambientes marinos, lacustres o incluso terrestres, donde la deposición de partículas de tamaño diminuto se acumula con el tiempo. A medida que estas partículas se compactan, se forman capas delgadas de lutitas. Los especialistas las consideran rocas sedimentarias, compuestas principalmente por partículas de tamaño muy fino, como arcilla y limo, que a las condiciones de presión y temperatura a la cual se formaron, se consolidaron como rocas o formaciones sólidas impenetrables.
Esta propiedad las ha convertido en un componente esencial en el sistema petrolero, ya que actúan como un sello que atrapa y almacena grandes cantidades de petróleo y gas natural, convirtiéndose de esta manera en grandes depósitos de aceite, condensados y gas natural. Su composición y estructura porosa actúan como un yacimiento natural, atrapando estos recursos y ofreciendo una nueva dimensión en la producción de hidrocarburos. Además contienen información invaluable sobre cambios ambientales, variaciones climáticas e incluso registros de eventos geológicos pasados.
La revolución de tecnologías asociadas a la perforación y terminación de pozos horizontales y principalmente el fracturamiento hidráulico —fracking— han permitido liberar estos recursos al inyectar fluidos a alta presión, rompiendo esa impenetrable formación y abriendo grietas o fracturas, facilitando el flujo de los hidrocarburos atrapados en su interior.
Estas tecnologías y su conversión en mejores prácticas, han venido transformando los conceptos básicos de yacimientos y desafiando la búsqueda tradicional de reservas, con un impacto extraordinario en el mercado de hidrocarburos fósiles, principalmente en el gas natural, el cual, contiene componentes pesados que permiten obtener grandes volúmenes de líquidos, que una vez sometidos a las condiciones de presión y temperaturas necesarios, facilitan su exportación para ser usados como suministro para la generación de electricidad, energía para industrias manufactureras y consumo doméstico, una vez se realice el proceso de reconversión a gas natural.
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA) , China es el país con más recursos prospectivos de gas de lutitas (1115 Trillones de pies cúbicos de gas TCF), y luego le siguen Argentina 800 TCF, Estados Unidos 625 TCF, y Canadá 573 TCF, y todos ellos han experimentado un auge en su producción gracias a sus vastas reservas de lutitas y las adecuadas políticas públicas. Estados Unidos produce actualmente más de 80 billones de pies cúbicos de gas por día, logrando su autosuficiencia y exporta más de 12 BPGD de Gas Líquido LNG hacia Asia y Europa, compitiendo con los proveedores naturales de esa región, Rusia y Qatar, equilibrando el poder en el mercado global de la energía. México es considerado el cuarto país en América con este tipo de recursos 545 TCF, pero necesita dar los pasos necesarios para su exploración y desarrollo.
Según la Comisión Nacional de Hidrocarburos, México cuenta con alrededor de 70 mil millones de barriles de recursos prospectivos de petróleo, de los cuales se estima que el 53% son de lutitas —no convencionales— y 225 mil millones de pies cúbicos de gas, de los cuales 63% se estima son de lutitas. Para tener una idea de la dimensión de estos recursos, los mismos representan el doble del volumen producido por México en sus más de 100 años de historia petrolera, es decir, más de 60 mil millones de barriles de producción acumulada de hidrocarburos. Un ejercicio de aritmética sencillo, partiendo de un factor de recobro del 10%, significaría unos 4000 millones de reservas de petróleo y unos 30 mil millones de pies cúbicos de gas, con un factor de recobro del 20%; ambas cifras muy conservadoras con respecto a experiencias internacionales.
A pesar de su potencial energético, la extracción de hidrocarburos de las lutitas mediante fracturamiento hidráulico, ha generado debates sobre sus posibles impactos ambientales, incluyendo la contaminación del agua y la actividad sísmica, entre otros. En el primer caso, existe preocupación sobre el posible efecto en la salud de la gente en el medio ambiente que tendría la migración de químicos utilizados en el fracturamiento hidráulico hacia horizontes o formaciones productoras de agua potable. En el segundo caso, el argumento tiene que ver con estudios que relacionan la inyección de fluidos a alta presión con efectos sísmicos.
En México, la exploración y explotación de lutitas ha sido un tema de gran relevancia en los últimos años, lo que ha llevado a la implementación de regulaciones específicas para tratar con las mejores prácticas para realizar el fracturamiento hidráulico, tomando en cuenta todo los aspectos asociados a estas actividades, desde el punto de vista técnico, operativo, de seguridad y ambiente, como bien lo refleja la regulación existente de la CNH y la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA).
México tiene una inmensa oportunidad de hacer algo muy similar a China, Argentina, Estados Unidos y Canadá, de desarrollar un modelo propio que considere las características geográficas, demográficas, sociales, ambientales entre otras, las cuales requieren de estudios científicos para la aprobación de los permisos correspondientes a fin de que Pemex y empresas privadas se dediquen a estas actividades.
Pemex cuenta con la experiencia técnica y operativa para llevar adelante un plan de exploración y desarrollo de las lutitas, pues ha aplicado el fracturamiento hidráulico en la región norte desde hace ya varios años y tiene la ventaja de contar con infraestructura que facilita la recolección, transporte y almacenamiento de las producciones iniciales que se obtengan. Finalmente este desarrollo representa una opción de transición energética y fortalece la vía hacia la seguridad sustentable que tanto requiere el país.